Lo que quiero decir es más o menos...

más o menos... el espacio que hay entre palabra y palabra.




jueves, 29 de diciembre de 2011

Caminante, no hay un camino, hay montones




Salí a caminar con la única consigna de ir por la vereda del sol. La tarea no es fácil en medio de la capital madrileña, pero no podía dejar pasar el regalo de un cielo inabarcablemente limpio.

Caminé en un estado mezcla de turista y habitante natural; mirando para arriba y para abajo, admirada de las líneas precisas del palacio de correos, sorprendida por la aparente quietud del boulevard del Paseo del Prado, pero sin necesidad de mapas; pisando con la seguridad de quien se sabe en su suelo.
Y ahí estaba el llamado celoso de mi otra tierra. Tres fotografías grandes, grandes, grandes de Ernesto Sábato, tapaban la fachada del Instituto Cervantes que da a la calle de Alcalá. Entré, porque en Argentina es verano ¡y yo quería sol!  

Eran fotos del escritor tomadas por Mordzinski. Yo, que no entiendo de fotografía más que lo que se necesita para hacer fotos en vacaciones, no podré hablarles de este arte. Podré contarles, sin embargo, que ese pequeñín de Santos Lugares se doctoró en física. Le concedieron una beca para la investigación de radiaciones atómicas en el laboratorio Curie, de París y la transfirió a EEUU, donde se dedicó a analizar rayos atómicos. Terminó siendo el gran escritor que conocemos.

Volví a casa con el calor dentro. Ningún camino es unívoco.

2 comentarios:

Alhy dijo...

Yo suelo decir que hay que ir por la vida con ojos de gato (o de turista, en este caso) porque asi siempre descubrimos detalles nuevos en lo familiar y familiaridades en los lugares nuevos ;)

Feliz invierno/verano ***

La chica en la ventana. dijo...

Y cuánta razón tenés! Es que la mayor parte del tiempo no importa qué clase de ojos tengamos; solemos llevarlos cerrados!