Lo que quiero decir es más o menos...

más o menos... el espacio que hay entre palabra y palabra.




martes, 6 de julio de 2010

Haciendo vida al andar



Hoy llueve. Lo escucho en el toldo verde como el álamo del colegio; en el cristal del salón, que adivino mojado; en el asfalto gris, que hoy estará casi negro y suena a agua cuando pasan los coches; en los truenos profundos, graves, sordos.

Rayos y centellas, como le decía Robin a Batman en la pantalla del canal infantil mientras mi nona preparaba panqueques y mi hermana y yo jugábamos a cabalgar con los almohadones del sofá.
Hoy llueve. Lo veo en el cielo gris y espeso como la espuma del mar que desarmaba a saltos de la mano de papá; tan gris, casi azul, moteado de golondrinas negras. En el verde más verde de las hojas de verano; en el naranja, muy naranja de las tejas españolas como las de la terraza de mi abuela.
Gota, gota, gotas, gotaaaaaaaas que se rompen en las veredas, en las terrazas, en las persianas todavía cerradas, en los paraguas ya abiertos.

“Bajo un cielo de paraguas bajo la lluvia” Así se llamaba un relato que escribí hace tiempo, cuando aún usaba hojas n°3, pluma azul y borratintas. Cuando las gotas caían pesadas sobre esos montones de paraguas de colores que amortiguaban el peso de las que llegaban a mojarme. Cuando, como Campanita en la tierra de Nunca Jamás, jugaba entre los árboles de un bosque imaginario.

Pero la tierra de Nunca Jamás se va desvaneciendo y un día Campanita se descubre bajando la cabeza porque su cielo de paraguas parece bajito. Justo ese día hay un paraguas que se cierra. Y otro día otro. Y otro; y otro, y otro. Dejan ver otro cielo, y la curiosidad la lleva a dar un salto.

Sobre un suelo de paraguas y bajo un cielo de verdad, el mundo no es el mismo. Se puede saltar del paraguas verde al azul y al rojo, al bordó y al amarillo.

Es cierto que las gotas caen con más fuerza, que las tejas españolas pueden romperse peligrosamente bajo nuestros pies y los cojines ya no sirven de montura. También es cierto que sin todos esos paraguas que tapaban un poco el horizonte, hay caminos que antes no se veían y prometen llevarme a Oz.

Los camino; uno, otro, y varios a la vez. Corro, me caigo, hago altos. Se cierra el paraguas verde, el azul, el amarillo, el bordó.

Hoy llueve. Lo siento en las gotas, gotas, gotasss que resbalan por mi piel. Abro el paraguas y lo siento en la bibración que provoca en mi mano el repiqueteo sobre la tela roja; y sigo caminando sobre las baldosas ocre, contra el cielo gris; tan gris, casi azul para encontrarme con un hombre al que le apetece verme; que me apetece ver.


Sigo sintiendo a Campanita; sigo siendo Campanita? Si? No. Si. No. Si. No. Si. No. Si



http://recetariodeanaqueles.blogspot.com/2010/07/lemon-pie.html

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